Córdoba Cuida: Neurodesarrollo, alimentación y cuidado infantil como apuesta de futuro territorial

PRÓLOGO

En los estudios del neurodesarrollo existe una expresión que incomoda y, precisamente por eso, es honesta: la “lotería de la cuna”. Nacer aquí y no allá. Crecer sostenido por determinados adultos y no por otros. Llegar al mundo en un hogar con acceso estable a alimentos nutritivos, calma emocional suficiente y disponibilidad de tiempo afectivo, o hacerlo en un entorno marcado por la inestabilidad económica, el cansancio acumulado de los cuidadores y la ansiedad diaria sobre qué se va a comer mañana. Esa primera configuración no es un detalle biográfico menor; inaugura rutas posibles del desarrollo cerebral, emocional y social.

En Córdoba, esa misma idea circula desde hace mucho con un lenguaje más íntimo y coloquial. Hablamos de los niños que “nacen con estrella” y de los que “nacen estrellados”. Puede parecer una frase dura, pero en realidad encierra una lectura sofisticada: reconoce que el destino temprano de un niño o una niña no está solo en su biología, sino en la calidad de las condiciones que lo rodean desde los primeros días de vida. Reconoce, además, que esas condiciones no son neutras ni repartidas de manera equitativa en el territorio.

La evidencia científica reciente confirma que los primeros años de vida constituyen una ventana biológica particularmente sensible. Durante este periodo —en especial desde la gestación hasta aproximadamente los tres años— el cerebro establece conexiones neuronales a una velocidad que nunca volverá a repetirse, y dichas conexiones dependen de la interacción entre factores nutricionales, experiencias afectivas estables, protección frente al estrés tóxico y oportunidades tempranas de exploración y comunicación (World Health Organization [WHO], 2023). Estas primeras experiencias dejan huellas que se reflejan después en la autorregulación emocional, la capacidad de atención, el lenguaje, el aprendizaje escolar y la salud mental a largo plazo (Harvard Center on the Developing Child, 2023).

Sin embargo, detenernos ahí —en la constatación de la desigualdad de partida— sería insuficiente para un territorio que quiere pensarse en clave de futuro. Este libro parte de una convicción que guía el proyecto INFANTIA CÓRDOBA: aunque el contexto social, económico y cultural imprime tensiones reales sobre el desarrollo infantil temprano, el acto de cuidar sigue siendo una fuerza estructurante capaz de modificar trayectorias. El cuidado cotidiano, entendido como la combinación entre alimentación suficiente y adecuada, vínculo emocional sensible, acompañamiento regulador y acceso a orientación clara, puede convertirse en un factor protector de enorme impacto incluso en contextos complejos (WHO, UNICEF & World Bank, 2023; Draper, 2024).

Esta afirmación no se basa en una romantización de la crianza ni en el idealismo de que “el amor todo lo resuelve”. Se basa en cuatro décadas de literatura internacional sobre entornos de cuidado receptivo —lo que la agenda global denomina nurturing care— que muestra que la estabilidad afectiva, la responsividad del adulto frente a las señales del niño o la niña, la estimulación oportuna mediante el lenguaje y el juego, y la nutrición adecuada en los primeros mil días de vida son determinantes concretos de salud, desarrollo cognitivo y bienestar socioemocional posteriores (WHO, 2023; UNICEF, 2023). Es decir: cuidar no es un gesto privado y sentimental; cuidar es intervención en neurodesarrollo.

INFANTIA CÓRDOBA surge en el Departamento de Córdoba entre 2023 y 2024 con la decisión explícita de observar, describir y acompañar ese cuidado temprano de manera rigurosa y territorial. La investigación que aquí se presenta fue auspiciada con el apoyo institucional de la Gobernación de Córdoba, y se diseñó con un objetivo estratégico: implementar un modelo psicosocial de prácticas de cuidado para la primera infancia, con enfoque de seguridad alimentaria, y con acompañamiento directo a las familias cuidadoras, combinando espacios presenciales, materiales pedagógicos y refuerzos continuos vía mensajes de texto.

Esto implica varias tomas de posición que es importante declarar desde el comienzo. En primer lugar, reconoce que la seguridad alimentaria en la primera infancia es inseparable del desarrollo neurológico. No hablamos solamente de “que haya comida”, sino de acceso estable y suficiente a alimentos adecuados para la edad, con la densidad nutricional que el cerebro en formación requiere para consolidar redes neuronales, regular procesos fisiológicos básicos y sostener aprendizajes tempranos (Draper, 2024; Suri, 2025). Hoy sabemos que adecuaciones oportunas en la nutrición y en las rutinas de alimentación en los primeros mil días repercuten no solo en talla y peso, sino en funciones cognitivas iniciales, autorregulación y posterior desempeño escolar (World Bank, 2024). En otras palabras, la mesa diaria de un niño pequeño es, también, política de desarrollo humano.

En segundo lugar, el modelo asume que el cuidado se aprende. Durante demasiado tiempo en América Latina se ha dado por sentado que criar “viene con el instinto”, especialmente para las mujeres, lo que ha tenido dos efectos problemáticos: por un lado, ha invisibilizado el valor técnico y emocional del acto de cuidar, reduciéndolo a una obligación natural; por otro, ha dejado a las familias —y sobre todo a las cuidadoras principales— con poco acompañamiento real en momentos críticos. La consecuencia es conocida: se pide un cuidado de alta calidad sin garantizar orientación, descanso, contención emocional ni herramientas concretas. La literatura reciente advierte que el estrés crónico en el adulto cuidador puede disminuir su capacidad de respuesta sensible y de regulación compartida, lo que a su vez se asocia con mayor irritabilidad del niño o la niña, más dificultades de autorregulación y menos oportunidades de estimulación lingüística y socioemocional en la vida diaria (WHO, 2023; Arteaga et al., 2024). Apoyar al cuidador, por tanto, es apoyar directamente al niño.

El programa desarrollado en INFANTIA CÓRDOBA responde a esa necesidad de apoyo con una estrategia de acompañamiento diseñada específicamente para las condiciones del territorio. Esta estrategia tuvo tres componentes articulados. Primero, se realizaron talleres vivenciales con familias cuidadoras, concebidos no como charlas verticales sino como espacios de construcción conjunta de sentido alrededor de temas críticos: alimentación temprana y seguridad alimentaria en el hogar; sueño y regulación; uso de la voz, la mirada y el contacto físico como organizadores emocionales; juego y exploración como estímulos para el lenguaje y la cognición. Este trabajo presencial buscó fortalecer las capacidades del cuidador para comprender por qué ciertas prácticas cotidianas tienen un valor neurobiológico y emocional profundo.

Segundo, se entregaron materiales impresos —cartillas breves, estructuradas, con lenguaje claro— que sistematizan orientaciones paso a paso para el hogar. Una guía sobre cómo ofrecer alimentos adecuados según la edad; otra sobre cómo responder al llanto sin escalar el estrés; otra sobre cómo usar momentos aparentemente rutinarios (el baño, la hora de acostarse, el cambio de ropa) como oportunidades de interacción lingüística y regulación conjunta. Esta dimensión pedagógica reconoce que cuidar también requiere acceso a información organizada, culturalmente pertinente y accionable, y coincide con la evidencia internacional que muestra que las intervenciones que incluyen formación directa al cuidador y herramientas escritas de apoyo tienen beneficios medibles en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños y niñas pequeños, incluso en contextos de limitación económica (UNICEF, 2023; WHO, 2023).

Tercero, se implementó un acompañamiento continuo mediante mensajes de texto dirigidos al cuidador principal. Lejos de ser un detalle accesorio, este componente sostiene la relación entre encuentros presenciales. Mensajes breves, enviados de forma periódica, recuerdan prácticas protectoras y accesibles: ofrecer primero la proteína disponible antes del exceso de harinas; nombrar las acciones mientras se viste al niño o la niña, para que el lenguaje cotidiano funcione como estimulación verbal; detenerse unos segundos frente al llanto para regular la propia respiración y transmitir calma; leer las señales de cansancio antes de que la irritabilidad escale. Estudios recientes en salud infantil y nutrición temprana han documentado que intervenciones de bajo costo basadas en refuerzos por mensajería pueden mejorar conductas de alimentación, estimulación y respuesta sensible en el hogar, precisamente porque acercan el acompañamiento técnico a la vida real diaria del cuidador (Benítez-Andrades et al., 2024).

Este libro, que recoge la experiencia de INFANTIA CÓRDOBA, tiene entonces una finalidad doble. Por una parte, documenta cómo se está cuidando a la primera infancia en el departamento, con especial atención a dos ejes que no pueden separarse: la seguridad alimentaria y las pautas de crianza. Por otra parte, traduce ese diagnóstico en posibilidades: rutas de acompañamiento para las familias; orientaciones para el personal educativo que atiende a niños y niñas en sus primeros años; y líneas de acción que pueden ser útiles para la toma de decisiones en el nivel territorial.

El tono de estas páginas es deliberado. No busca culpables individuales, ni pretende establecer jerarquías morales entre familias que “cuidan bien” y familias que “cuidan mal”. Lo que se busca es visibilizar, con respeto, cómo las condiciones materiales, emocionales y formativas del cuidado temprano se convierten en infraestructura humana para todo un territorio. El desarrollo infantil temprano no es una anécdota privada en la historia de cada hogar: es un componente estructural del futuro colectivo. Invertir en los primeros años —en alimentación adecuada, en presencia emocional disponible, en regulación compartida, en oportunidades de juego y lenguaje— se reconoce globalmente como una de las estrategias más costo-efectivas para mejorar salud pública, aprendizaje escolar y desarrollo económico sostenido (World Bank, 2024).

Córdoba tiene, en este sentido, una oportunidad histórica. Comprender de manera rigurosa cómo se está cuidando hoy a los niños y niñas más pequeños del departamento permite proyectar cómo queremos que se cuide mañana. Hacer visible el cuidado es, en sí mismo, un acto de política pública.

INFANTIA CÓRDOBA surge en el Departamento de Córdoba entre 2023 y 2024 como una iniciativa académica y territorial liderada por la Universidad de Córdoba, desde el programa de Licenciatura en Educación Infantil, en articulación con la Universidad del Norte y con el apoyo institucional de la Gobernación de Córdoba. Este punto es fundamental: se trata de investigación hecha desde una universidad pública del territorio, con las preguntas del territorio y puesta al servicio del territorio.

La Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad de Córdoba no se limita a formar docentes para el aula inicial. Su apuesta académica ha venido incorporando de manera directa contenidos de neurodesarrollo, seguridad alimentaria, prácticas de cuidado temprano y acompañamiento familiar como componentes estructurales de la formación profesional. Esa decisión pedagógica es, en sí misma, una posición política en el mejor sentido: asumir que el bienestar de la primera infancia es un asunto académico de alta complejidad, y a la vez una responsabilidad pública compartida.

El trabajo de campo presentado en este libro se sitúa exactamente en esa frontera: entre la investigación científica y la acción concreta. Observa, caracteriza y analiza las condiciones reales de cuidado, alimentación y acompañamiento emocional que reciben los niños y niñas pequeños en Córdoba, pero no se queda en la descripción. Acompaña a las familias con formación vivencial; entrega materiales pedagógicos en lenguaje claro; sostiene el proceso mediante mensajes de texto que recuerdan prácticas protectoras; y deja instaladas capacidades. La Universidad de Córdoba, en alianza con la Universidad del Norte, ha entendido que producir evidencia ya no basta: lo urgente es producir evidencia que se pueda implementar.

La participación de la Gobernación de Córdoba hizo posible desplegar este modelo con familias cuidadoras en distintos contextos del departamento. Esa articulación entre universidad pública, universidad aliada y entidad territorial es, en sí misma, un resultado y una promesa. Un resultado, porque permitió que las estrategias de acompañamiento llegaran a cuidadores reales de niños y niñas en primera infancia. Una promesa, porque abre la puerta a que el cuidado temprano —nutrición adecuada, contención emocional, estimulación oportuna— se reconozca como prioridad de política pública departamental, no solo como responsabilidad íntima del hogar.

Este libro nace de ahí: de un diálogo entre ciencia y territorio. La Universidad de Córdoba asume aquí su papel natural: producir conocimiento con rigurosidad, traducirlo en orientaciones comprensibles y situadas, y ofrecerlo como base para la toma de decisiones en torno a la primera infancia. Lo que se presenta en las páginas que siguen no es únicamente un conjunto de hallazgos. Es una propuesta de futuro para Córdoba, construida desde la primera infancia, y sostenida por una universidad que entiende que la educación inicial empieza mucho antes de entrar al aula.